El día de ayer murió Harvey Pekar, un pobre y miserable sujeto quien en 1975 fue animado por su íntimo amigo, Robert Crumb, para guionar su propia historieta autobiográfica. Nacería así la serie American Splendor, que llegaría a convertirse un clásico del Cómic americano y que contaría con plumines del under e ilustres, como el mencionado Crumb, Alan Moore o Richard Corben.
El tipo se mantuvo en la suya y siempre fue un flaco tristón, amargado y mala onda. Tuvo esporádicas apariciones mediáticas a fines de los 80, principalmente como rareza antropológica.
En el 2003, dos directores llevaron a la Pantalla Grande su vida, creando American Splendor, protagonizada por Paul Giamatti. Vean la película, está realmente muy buena. No es necesario haber leído las historietas.
Ayer, 12 de Julio del 2010, el chabón este se vino a morir. Tenía cáncer de próstata (de hecho, hizo una historieta al respecto, Our Cancer Year), asma, presión alta y depresión crónica. Y ni siquiera se sabe a ciencia cierta de qué se murió.
"Un adios a un grande", sería el título de un artículo en Clarín o La Nación, si Harvey Pekar hubiera sido un grande o si a Clarín o a La Nación le importase todo esto.
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